Density according to Robert Browning
En su libro “Men and Women“, de 1855, el poeta victoriano Robert Browning incluía el poema titulado “Up at a Villa – Down in the City“, cuyos dos primeros versos son:
Had I but plenty of money, Money enough and to spare,
The house for me, no doubt, were a house in the city-square;
Se trata de un extenso texto que he utilizado en ocasiones en clase para animar debates acerca de las operaciones de densificación de los tejidos urbanos. Hubiera venido bien recitarlo a veces cuando defendíamos proyectos de intervención en la ciudad que apuestan por las bondades de la compacidad y la convivencia de usos.
Ésta es mi propia traducción del poema:
ARRIBA EN LA VILLA – ABAJO EN LA CIUDAD
(Según las distingue un italiano de alta alcurnia)
Si tuviera mucho dinero, dinero suficiente y de sobra,
Mi casa, sin duda, sería una casa en la plaza mayor;
Ah, vaya vida!, mientras uno se dirige a la ventana.
Algo que ver, por Baco, algo que oír, al fin!
Allí, todo el día, la vida de uno es una fiesta perfecta;
Mientras que arriba en la villa uno vive, lo mantengo, no mejor que una bestia.
Y es que mira nuestra villa; pegada como el cuerno de un toro
en el mismo borde de la montaña, tan desnuda como su calavera,
Sólo hay simples hebras de arbustos casi sin hojas que arrancar
(me rasco yo mismo, a veces, para ver si mi pelo se ha hecho lana).
Pero en la ciudad, oh! la ciudad, la plaza con las casas…
Con sus caras de piedra, blancas como requesón, hay algo que llevarse al ojo!
Casas en cuatro líneas rectas, ni un frente torcido;
Miras a quien cruza y chismorrea, a quien pasea o se apresura;
Verdes persianas, que se tienden cuando el sol se eleva;
Y las tiendas con sus signos extravagantes, tan primorosamente pintadas..
Y en la villa? Aunque el invierno debiera acabar en marzo,
Tal vez hasta Mayo se atrofie la nieve en las alturas;
Tienes la parda tierra delante, donde los bueyes humean y resuellan,
Y las colinas ahumadas tras los olivos de gris desmayado.
Es mejor en Mayo, te pregunto? Tienes el verano de repente;
En un día llega completo tras unos pocos soles de Abril.
El trigo verde esmeralda no levanta tres dedos,
El tulipán salvaje deja brotar sus campanillas rojas en sus extremos,
Como una delgada burbuja de sangre, para que niños la cojan y la vendan
Hace alguna vez calor en la plaza? Si hay una fuente que mana y salpica!
En la sombra canta y brota; a la luz sus lazos de espuma centellean.
Sobre los caballos con enroscadas colas de pez, que brincan y chapotean,
Alrededor de una señora sobre su diván – cincuenta mirones no se avergüenzan,
Aunque todo lo que lleva es una faja de algas en su cintura.
Todo el año en la villa, sin nada que ver aunque lo intentas,
Excepto los cipreses que apuntan como el índice levantado de la muerte.
Algunos piensan que las luciérnagas son bonitas, cuando se mezclan con el maíz,
O a través del oloroso cáñamo mientras zumban sus tallos.
Al final de agosto o al principio de Septiembre, cruje la chicharra,
Y las abejas siguen con su cansino chirrido en los resinosos abetos de la colina.
Ya basta de las estaciones – te dejo esos meses de fiebre o escalofrío.
Aquí abres los ojos en la ciudad, y las benditas campanas de la iglesia empiezan.
Y justo cuando acaban, la diligencia llega con su traqueteo:
Tienes las últimas noticias y no te cuesta un centavo:
Aquí y allá va el doctor dando píldoras, dando sangre, sacando muelas;
O la trompeta de Pulcinello irrumpe en el mercado.
En la oficina de correos un cartel anuncia la nueva obra de teatro,
Se muestra una noticia, justo esta mañana: tres ladrones liberales fueron abatidos.
Y acerca de todo ello, la más paternal de las reprimendas del Arzobispo,
Y entre medias, con su corona y su león, alguna nueva ley del Duque.
Hay también un soneto, con verso florido, dedicado al Reverendo.
Quien es Dante, pregunta, Boccacio, Petrarca, San Jerónimo y Cicerón,
Y más aún (continúa rimando), cuando él ha alcanzado las faldas de San Pablo,
Al predicarnos esos seis sermones de cuaresma, los mejores de su vida.
Aprieta el mediodía – llega la procesión! Nuestra Señora sonriente y elegante,
Con traje rosa de gasa y siete espadas en su corazón!
Bang, bang, bang suena el tambor, tirurí la flauta.
No dejan ninguna cintura quieta; es el más grande placer de la vida.
Pero vaya por dios, las gallinas y el vino han doblado su precio,
Han metido un nuevo impuesto a la sal, y lo que paga el aceite en la aduana,
Es un horror pensarlo. Um, creo que, quiero la villa, no la ciudad.
Los mendigos no pueden escoger, pero aún tienen la pena.
Pero que veo! Mira! Van de dos en dos los curas, luego los monjes con capuchas y sandalias,
Y los penitentes de blancas camisas, llevando velas amarillas,
Uno porta un estandarte y otro una cruz con mangos,
Y la guardia del duque en retaguardia, para mejor prevenir los escándalos.
Bang, bang, bang suena el tambor, tirurí la flauta.
Un día en la plaza mayor, no hay placer mayor en la vida.
Nuestra propuesta para el Plan Especial “Consolación” de Alcalá la Real (Jaén) consiguió el beneplácito de la Comisión de Patrimonio de la provincia de Jaén no sin generar interesantes debates sobre cómo, en los proyectos e intervención sobre los vacíos urbanos de los cascos históricos, puede ser un valor añadido proponer un incremento de densidad de ocupación. La postura dominante en aquel momento era que en zonas como el interior de manzana de Consolación, resultado de ocupaciones desordenadas de antiguas huertas, no debieran autorizarse propuestas que compactaran, densificaran el tejido edificado. El concepto del P.E.R.I. “Consolación” salió inicialmente adelante tras proponer, por el contrario, un aumento de la densidad inicialmente recomendada y una apuesta clara por la mezcla de usos.
Esa concurrida plaza mayor que tanto estimulaba a Robert Browning estaba en la memoria.