Hay fotógrafos que aspiran a desvelar el mundo. A que la realidad oculta de las cosas se muestre en ese fragmento obstinado que es una fotografía. Dejemos a la pintura, dijeron ya hace tanto tiempo, el camino de la abstracción y ofrezcamos la realidad que el ojo no ve. En sus fotografías, el mundo quiere mostrarse como el ojo no puede captar.
No creo que sea éste el programa de trabajo de Elena y Jesús, a los que en ocasiones he oído pronunciarse acerca de lo irrelevante de identificar cuál es el objeto de cada foto o el lugar donde se apretó el disparador. Da la sensación de hay algo muy ambicioso detrás, algo que podría tener que ver con la misión de cierto tipo de pintura, con la que volver a reencontrarse, a estas alturas, más de un siglo después.
Estaría la reflexión sobre las resonancias de la percepción visual: sobre si ciertas imágenes fotográficas remiten de modo inefable a los efectos de la visión periférica, del tacto o del sonido, a través de la ilusión matérica que proponen. Estaría el color como tema de trabajo, en su negación, convocado por una supuesta ausencia (como el silencio de John Cage convoca al sonido de la sala) o en su alteración, provocadora de experiencias sinestésicas (véase ese el azul de sus simulaciones nocturnas). Estaría el trabajo sobre la composición, como si la fotografía retomara las labores de los antiguos abstractos, pero ahora todavía más arquitectónicamente, donde la perspectiva activa otros planos…. Añoranza de la pintura, lienzos de píxeles: el espectador desconfiado tal vez localice Rothkos o Guerreros monocromos en la lejanía. A esto colabora el trabajo sobre el soporte, papel de algodón, aluminio… que recupera el valor del “original”que se expone con casi toda su aura.
Pero hay algo más en algunas de estas fotos. Algo misterioso y uncanny. De un tipo de fotografía que aspira a la abstracción o la manipulación de la percepción no podría decirse que al final es narrativa, que cuenta una historia, pero algunas de estas imágenes (escaleras que no acaban, precipicios intuidos, carreteras bloqueadas…) recogidas en un encuadre parcial y seco, hablan de historias que se intuyen en sus márgenes, fuera de cuadro. Hemos llegado demasiado pronto o demasiado tarde a un acontecimiento o a un crimen que al final sólo está en nuestra imaginación.