Dónde hablaremos mañana

Where we will talk tomorrow

En Junio de 1978, la revista barcelonesa 2C. Construcción de la Ciudad publicaba un número monográfico titulado “En torno a la Casa Sevillana”, que con el tiempo resultó un texto de culto en el ámbito docente de la Escuela de Arquitectura de Sevilla. En sus páginas, un grupo de profesores, agrupados en torno a la asignatura de Elementos de Composición, esbozaron el primer análisis tipológico de los sistemas residenciales de la ciudad histórica sevillana (casa-patio, corrales, casas de vecinos…) que probablemente esté en la base de la querencia que todos los que practicamos arquitectura en el entorno de esta ciudad sentimos por los espacios intermedios, por la “voluntad de definir el espacio colectivo en una relación ambigua con la calle y la ciudad. Una cierta relación de fluencia (…)”, en palabras de los editores del número.

Esta relación algo romántica con los espacios intermedios y esta nostalgia de un futuro donde las personas se relacionen como en nuestro idealizado pasado de corrales y casas de vecinos no es exclusiva de los teóricos sevillanos de los 70. Todos los textos genéricos sobre arquitectura de un autor europeo de referencia como Herman Hertzberger gravitan en torno a la idea de que lo que más merece atención en las obras de arquitectura ocurre en los ámbitos in-between, allí donde es difí­cil determinar qué es dentro y qué es fuera. Creo adivinar en todo ello una necesidad casi sicológica de cubrir una carencia que nuestras sociedades competitivas e individualistas, que priman los relatos (novelas) personales frente a la épica del grupo, van depositando en nuestras biografías. En algunos de los escritos de Robin Evans se medita sobre lo que tal vez hayamos perdido en el camino cuando el autor analiza los relatos renacentistas, allí­ donde escenarios de múltiples puertas alentaban argumentos promiscuos y divertidos. En otros se describe cómo la proliferación de normativas sobre la vivienda, justificadas por motivos higienistas, puede estar escondiendo el miedo a la mezcla, al contacto, a lo imprevisto, a las implicaciones interpersonales o interfamiliares.

El vecino que visitaba a un amigo en una de las casas de vecinos de la Plaza Mayor de Madrid, personaje de “La celosa de sí misma” de Tirso de Molina, describe una aventura en el simple recorrido desde la planta baja al desván: “De modo que llegué a ver / en una casa, en un dí­a / bodas, entierros y partos, / llantos, risas, lutos, galas / en tres inmediatas salas, / y otros tres continuos cuartos, / sin que unos de otros supiesen, / ni dentro de una habitación, / les diese esta confusión / lugar que se conociesen.” ¿Está quedando detrás algo cuando nos encaminamos a un futuro donde primaran las relaciones informáticas, donde el lugar que se puede tocar se sustituye por el espacio virtual que proporcionan las redes sociales por ordenador. Donde para progresar profesionalmente, para relacionarse, para emocionarse, para ligar… sólo basta el sentido de la vista y una pantalla de ordenador. ¿Qué será del espacio físico? ¿Dónde hablaremos mañana?

En la obra de 22 viviendas para jóvenes y mayores de la c/ Divina Enfermera de Sevilla asumimos con entusiasmo la tarea de construir un corral de vecinos de nuestro tiempo. Con viviendas mínimas de protección oficial, con materiales adecuados para un uso de alquiler rotatorio que exige un fácil mantenimiento y conservación, con una visualidad de capas traslúcidas decididamente contemporánea… pero un corral a fin de cuentas. Se podrí­a justificar diciendo que era la manera más rentable de resolver el programa, que la distribución por una única galerí­a que abraza al espacio central permite que un solo ascensor solucione la comunicación vertical, que agrupar todo el espacio libre en un único patio proporciona una agradable dilatación en el seno de un tejido urbano demasiado compacto…. pero la relación ambigua de la calle con el zaguán y el patio, la fluencia entre exterior público e interior semiprivado, las proporciones de los vacíos… hablan de que había algo a priori antes de definir al proyecto, algo que tal vez tiene su semilla en aquellos escritos sevillanos del lejano año 78.

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Una respuesta a Dónde hablaremos mañana

  1. Gracias por tener en cuenta al habitante real, los «buenos días», las «buenas tardes», las «gracias»…
    Como decía un sabio: «ser amable no cuesta nada»

    Da esperanza tu «arquitectura empática»

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