Cuando el edificio que actualmente alberga el Teatro de Arahal fue terminado, las circunstancias de la economía municipal impidieron que el espacio que lo circunda pudiera ser urbanizado. Durante unos años, la pieza se mostró como una nave a la deriva, pendientes de terminarse las plazas que habrían que rodearlo.
Finalmente las obras de urbanización han podido llevarse a cabo, guiadas de la ambición de dotar a la localidad de nuevos ámbitos de encuentro ciudadano, no sólo en los momentos inmediatos a las diferentes representaciones y eventos que el Teatro acoge, sino a todas horas y en todas las estaciones.
Los elementos clásicos del ornato urbano (farolas, bancos, estanques, surtidores, fuentes bebedero, arbolado, pavimentos, gradas, monolitos…), se ponen al servicio de un espacio que, dada la geometría resultante de la inserción del edificio en su solar triangular, queda compuesto de hecho por tres ámbitos:
- La antesala del teatro, el mayor de los espacios triangulares, tratado como si fuera la prolongación exterior del vestíbulo interior, del que toma su modulación y del que sólo le separa una lámina de vidrio.
- El espacio de encuentro al sur, una proa rehundida respecto a las calles que la delimitan, presidida por el monolito que nombra la plaza y animada por una fuente lineal que prolonga el cuerpo de servicios del Teatro. Las gradas y el que delimita la fuente manifiestan su carácter de lugar de encuentro y actividades comunitarias.
- El bulevar de la Avenida de la Estación, donde un doble arbolado de ficus y una hilera de bancos se proponen como el futuro umbral sombreado entre la actividad de las calles y el universo del espacio escénico.