La especial incidencia que tuvo la Expo 92 sobre la ciudad de Sevilla nos legó la singular condición de las oficinas de la Gerencia de Urbanismo actual.
Acampadas en un jardín, las caracolas muestran su evidente provisionalidad pero, al mismo tiempo, configuran un inesperado territorio administrativo. El visitante deambula por esa tímida miniatura de la Expo - bajo carpas y pérgolas, entre exuberante vegetación, dentro de una suerte de microclima semiexterior - en busca del pabellón correspondiente.
No queríamos que la nueva Gerencia de Urbanismo, de nuevo «instalada» en la Isla de la Cartuja, perdiera esa insólita condición de ciudad-jardín. Tampoco queríamos renunciar a un nuevo intento por crear un microclima.
Así, nuestra propuesta es la de una nueva ciudad-jardín (ahora elevada sobre un plano noble) de oficinas transparentes envueltas en vegetación y protegidas por un umbráculo singular, que aúne sombra y control de la ventilación.