La pieza construida propuesta pretende dar un frente controlado al límite urbano, conformando al mismo tiempo una nueva calle con las traseras de las viviendas de la calle Marcelino Champagnat. Ante esta nueva calle, el edificio se mostrará como una simple tapia continua pero horadada con patios ajardinados. En contraste, hacia el suelo no urbano el edificio aparece más fragmentario, con piezas prismáticas de mayor escala y rotundidad.

Todo el instituto se organiza a su vez a lo largo de una calle interior, un auténtico pasaje paralelo a la inhóspita calle de las traseras, que pretende hacer fácil y progresivo el ascenso por el desnivel existente. Este pasaje se va iluminando por la secuencia de patios ajardinados de la crujía de fachada. Un gran atrio es el inicio del ascenso y un porche abierto a las pistas deportivas el final.

Se pretende que el prisma que cobija el atrio, voluntariamente sobredimensionado, aparezca para el que se aproxima desde la calle Marcelino Champagnat con una fuerte escala pública, contrapuesta a la disgregación del entorno.